¿SE PUEDE PREVENIR EL SUICIDIO? Por Alejandro Rocamora.

Alejandro Rocamora ¿se puede prevenir el suicidio?

        

¿SE PUEDE PREVENIR EL SUICIDIO?

Alejandro Rocamora Bonilla

            El pasado día 10 de septiembre hemos celebrado el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, instaurado por la OMS desde el 2003. Los tres últimos años ha tenido por lema: “Trabajando juntos para la prevención del suicidio”. Ha sido un intento por indicar que todos, de alguna manera, podemos facilitar la evitación del suicidio. Tanto el profesional de la salud, como los poderes públicos y los familiares y amigos de la persona que desea suicidarse deben unirse en esta ardua tarea.

            Hoy nuestra reflexión se centra en un análisis del silencio de la sociedad occidental ante el hecho del suicidio, analizando los mecanismos defensivos que utiliza y también los mecanismos facilitadores que favorecen el romper ese silencio.

1.- El silencio de la sociedad. Mecanismos defensivos

¿Cómo se defiende la sociedad ante el fenómeno del suicidio? Es evidente que todo suicidio es una pregunta que cuestiona a los más allegados y a la sociedad en general: ¿por qué ha ocurrido?, ¿cómo es posible?, ¿qué he hecho mal?, ¿cómo no me di cuenta? son algunos de los interrogantes que pueden surgir. Todos ellos están teñidos por la culpa, la impotencia y la vergüenza ante esa conducta. Por lo tanto, se tienen que utilizar algunos mecanismos que los defienda de esas vivencias angustiosas.

Los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes que el sujeto realiza para adaptarse a la realidad. En nuestro caso señalamos los siguientes: la negación, la racionalización, y la proyección. Al principio puede servir para mitigar el sufrimiento, pero a la larga se convierten en las cadenas que no dejan caminar hacia la sanación: la elaboración del conflicto.

 

Negación

Para ilustrar este mecanismo recordemos la fábula atribuida a Esopo: “Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta. Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas. —Al fin va a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo: —Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.”

La realidad, sin embargo, es que se estaba muriendo de hambre y las uvas estaban muy sabrosas. ¿Qué ocurrió? La zorra concluyó que las uvas no estaban maduras y por lo tanto se podía ir tranquilamente a otro lugar. Negando consiguió una tranquilidad momentánea y no buscó otra solución para alcanzar las uvas.

La negación, es el mecanismo de defensa mas arcaico del yo. Es el primero que aprende el niño: “yo no he sido” afirma rotundamente cuando la madre le regaña por haber roto un juguete… en su presencia. Es también el mecanismo que el ser humano utiliza ante un acontecimiento trágico: una muerte, un diagnóstico mortal, etc. Se responde: “no puede ser”, “mi hijo no”. Es una actitud evasiva ante un problema. El mensaje profundo es: “si yo hago como si esto no fuera… entonces no será”. Es una actitud inmadura e infantil, que no resuelve. No obstante, es comprensible esta actitud negadora en los primeros momentos de un acontecimiento traumático, pero se puede convertir en patológica si perdura largo tiempo.

Respecto a la conducta suicida una forma de negarla es no dar importancia cuando alguien te refiere una idea de muerte: “eso es una tontería”, “lo que tienes que hacer es divertirte y vivir la vida”.

A nivel familiar se manifiesta cuando se oculta la muerte por suicidio del padre, madre, hermano o cualquier otro familiar, o incluso se construye un “relato” falseando la realidad.

La sociedad en el tema del suicidio de alguna manera se pone “una venda en los ojos” para no ver casi el millón de suicidios, que, según la OMS, existen al año en el mundo. De aquí, el silencio sobre este tema en los medios de comunicación. Es como si dijeran: “como no se dan noticas sobre los suicidios, éstos no existen”.

La racionalización

Este mecanismo de defensa intenta, a través de la razón, dar explicaciones a un fenómeno complejo.  Son razones aparentemente sólidas y que el sujeto se cree, pero que se quedan en la superficie del acontecimiento. Es lo que le ocurría a un amigo mío que afirmaba por activa y por pasiva, y con muchos argumentos que él no necesitaba a ninguna pareja para vivir, pero en el momento que se le acercaba una mujer comenzaba a temblar.

Respecto a la conducta suicida, que es una vivencia multifactorial y multidimensional, se intenta dar explicaciones muy simplistas: se suicidó porque “era un enfermo mental”, “su familia era muy conflictiva”, etc. Y aunque todo eso puede ser cierto, no es toda la verdad, ya que, como después diremos, lo que provoca el suicidio es una “situación personal y externa”, que el sujeto no puede o no sabe gestionar.

Por ejemplo, es frecuente que al dar una noticia sobre un suicidio se ponga el énfasis en una sola causa, transmitiendo el mensaje que la persona se ha suicidado porque le hacían «bullying», o «mobbing», o «por un desahucio», o «al recibir un diagnóstico de una enfermedad terminal» o más en general, «por la crisis económica».

En otras ocasiones el suicidio se intenta identificar con la locura. La creencia colectiva es que el suicidio es consecuencia de una enfermedad mental. Y aunque es cierto que un gran porcentaje de suicidios se cometen por personas que padecen una enfermedad mental (OMS estimula que alrededor de un 90% de los suicidios son realizados por personas que padecían una enfermedad mental) habría que definir qué entendemos por enfermedad mental, y sobre todo, no simplificar esa conducta sino tener una visión integral (Rocamora, 2017)[i] del sujeto y de la situación que está viviendo.

La proyección

Este mecanismo es uno de los más utilizados en nuestra vida diaria: madre que arropa al niño, porque tiene frío (cuando en realidad es ella quien lo siente) o cuando decimos mi primo me tiene envidia, cuando en realidad soy yo el que le envidia.

Una viñeta ilustrativa es la siguiente: «Juan y Pedro se encuentran en un bar y tras varias horas de estar bebiendo, Juan le dice a Pedro: Pedro considero que tienes que dejar de beber, pues empiezo a verte borroso».

En el tema del suicidio, podemos no reconocer nuestras propias ideas de muerte y siempre son los otros los que se pueden suicidar. Es decir, así como el tener un cáncer siempre son los demás lo que lo pueden tener, pocas veces pensamos que uno puede llegar a sentir el deseo de suicidarse. Es como si mágicamente estuviéramos vacunados contra el suicidio.

A nivel social, es una de las razones por la que no se toma en serio el problema sanitario que suponen las muertes por suicidio. Con frecuencia, se afirma: «No estamos tal mal pues existen países que tienen una tasa de suicidio superior a la nuestra». Y aunque esto es cierto, no debería impedir que se arbitrara una Ley de Prevención del suicidio a nivel estatal, con dotación económica incluida. 

2.- ¿Cómo romper el silencio de la sociedad ante la conducta suicida? Mecanismos facilitadores.

Es evidente que este silencio es defensivo, aunque no soluciona. Ante un suicidio, la culpa o la vergüenza persisten y la persona es incapaz de comprender la decisión de su familiar o amigo. Podemos decir que la conducta suicida es un misterio que nos atañe, ya que ese tipo de conducta es diádica y repercute sobre todo en los más próximos. Esta dimensión social del suicidio provoca que los familiares y amigos se defiendan con el silencio. Un silencio que no es suficiente y que provoca más angustia.

He aquí algunas pistas para ayudar a romper ese silencio:

  1. Información cualificada

Es necesario, cada día más, que al público en general se le pueda hablar del suicidio. Se pueda hablar como un hecho de la existencia. Sin reproches, juicios o descalificaciones. Pero para hablar hay que conocer y por esto es preciso una información cualificada, que nos permita abordar el tema del suicidio con libertad, pero también con responsabilidad.

González Ortiz (2018)[ii], autor de Hablemos del suicidio, plantea que las campañas mediáticas sobre el suicidio se deben dirigir a dos poblaciones diferentes: a la población en general y a las personas en riesgo suicida. En las primeras, habría que dotar a las personas con las habilidades precisas para actuar con los sujetos en crisis suicidas. Por esto, es necesario informar sobre los riesgos suicidas, difundir las señales de alarma y dar herramientas psicológicas para utilizar en esos momentos. Por ejemplo, saber qué es lo que tengo que hacer y no hacer cuando una persona me comunica que tiene ideas suicidas.

En cuanto al segundo grupo, las personas en riesgo suicida, el mensaje debe ser de esperanza, posibilitando que pongan en palabra sus pensamientos suicidas y ofreciendo medios de ayuda de forma inmediata. De aquí la importancia, también, de disponer de dispositivos sanitarios, bien formados, que sirvan de acogida y apoyo en esos momentos difíciles.

  1. Formación a los profesionales sanitarios y educadores

Sobre los primeros (médicos, enfermeras, psicólogos, etc.) es necesario una formación específica sobre el suicidio para que puedan realizar una detección precoz y una evaluación del riesgo suicida (OMS 2000a)[iii]. Cuanto antes se pueda ayudar a una persona en riesgo suicida mayor posibilidad de un resultado exitoso.

La escuela y la universidad constituyen uno de los principales espacios de prevención del suicidio de los adolescentes y jóvenes. La OMS (2001)[iv] señala que los profesores, bien formados en esta materia, podrán detectar los “síntomas” de riesgo suicida en sus alumnos, a través de la evaluación de su comportamiento: falta de interés en las actividades académicas, descenso en las calificaciones, cambios de conducta, etc.

  1. Medios de comunicación

Los medios de comunicación tienen un papel importante en la prevención del suicidio y pueden ser una voz potente para romper el silencio de nuestra sociedad ante esta problemática. Para ello hay que seguir ciertas reglas en la comunicación de las noticias sobre suicidios. La OMS (2000b)[v] indica de forma concreta y específica cómo deben ser tratadas estas noticias. En ese documento, la OMS, no prohíbe hablar del suicidio, sino que estimula a que se den las noticias, pero con algunas características especiales. Este documento plantea dos situaciones: ¿cómo informar sobre el suicidio en general? y ¿cómo informar sobre un suicidio específico?

 

¿Cómo informar sobre el suicidio en general?

 

  • Las estadísticas deben interpretarse cuidadosa y correctamente.
  • Usar fuentes auténticas.
  • Se deben evitar, ante cifras pequeñas, generalizaciones, como “epidemia de suicidios” y “el lugar con mayor tasa de suicidios en el mundo”.
  • Evitar informar sobre el comportamiento suicida como una respuesta entendible a los cambios o a la degradación social o cultural.

 

Fuente: OMS (2000b)

 

 

¿Cómo informar sobre un suicidio específicamente?

 

  • Evitar el sensacionalismo, sobre todo cuando el suicidio es de un personaje público. Los titulares en primera página no son adecuados. También evitar fotografías de la víctima.
  • Reconocer, si existiera, un problema de salud mental.
  • Evitar la descripción de los detalles del método usado, cómo lo obtuvo y el escenario del suicidio: puente, vía férrea, etc.
  • No dar explicaciones simplistas: “se suicidó porque había roto con la novia”.
  • No presentar la conducta suicida como una forma de resolver un problema.
  • No presentar a la persona que se suicida como un héroe o heroína.
  • Indicar las posibles secuelas físicas y psicológicas del intento de suicidio.

 

Fuente: OMS (2000b)

La OMS (2000b)[i] en ese mismo documento afirma que los medios de comunicación pueden jugar un papel proactivo en ayudar a prevenir la conducta suicida, si junto a la notificación sobre un suicidio, acompaña las siguientes informaciones:
  • Facilitar un listado de Servicios de Salud Mental de la ciudad y líneas telefónica de ayuda (por ejemplo: El Teléfono de la Esperanza, Teléfono contra el suicidio).
  • Recordar las señales indicadoras de posible comportamiento suicida: gran depresión, cambio de conducta significativa, sin ningún motivo aparente hacer testamento, etc.
  • Indicar la frecuente asociación entre una enfermedad depresiva y la conducta suicida.
  • Explicitar un mensaje de solidaridad para los supervivientes: padres, hermanos, pareja, amigos, etc.

Por otra parte, la OMS (2017)[ii] en un documento mas reciente sintetiza de forma breve “lo que hay que hacer” y “lo que no hay que hacer”:

Lo que se debe hacer

Lo que no se debe hacer

Suministrar información exacta acerca de dónde buscar ayuda

No destacar ni repetir innecesariamente las noticias sobre suicidios

Educar al público acerca de los datos sobre el suicidio y la prevención del suicidio, sin difundir mitos

No utilizar un lenguaje que sea sensacionalista o normalice el suicidio,

ni se presente el suicidio como una solución constructiva a problemas

Informar sobre maneras de hacer frente a los estresantes de la vida o a pensamientos suicidas y sobre formas de obtener ayuda

No describir explícitamente el método utilizado

Tener mucho cuidado al informar sobre suicidios de celebridades

No facilitar detalles acerca del sitio ni la ubicación

Tener cuidado al entrevistar a familiares o amigos que estén atravesando un duelo por haber perdido a un ser querido

No usar titulares sensacionales

Reconocer que los profesionales mismos de los medios de comunicación se pueden ver afectados por noticias sobre suicidios

No usar fotografías, material de video ni enlaces a redes sociales

 

d. La familia

 

La familia puede ser un buen catalizador para poder neutralizar la vivencia suicida. Una familia bien estructurada, bien informada sobre el tema del suicidio puede ser una gran ayuda en la crisis suicida. No obstante, hay que insistir en que el acto suicida depende fundamentalmente de la persona que lo realiza y única responsable de su acción.

A modo de conclusión

            La pregunta con que comenzábamos esta reflexión tiene una respuesta clara y contundente: no solo se puede sino que se debe prevenir el suicidio. Así lo demanda la intrínseca dignidad humana de toda persona. Esto supone la necesidad de una Ley de Prevención del Suicidio a nivel nacional que, con un presupuesto económico adecuado, posibilite los dispositivos sanitarios precisos y la formación de profesionales de la salud, educadores y público en general, para romper ese silencio sobre la conducta suicida y ayudar de forma inmediata y eficaz a las personas que se encuentran con ideas suicidas.

 

[1] Rocamora, A. (2017). Cuando nada tiene sentido. Reflexiones sobre el suicidio desde la Logoterapia. Bilbao: Desclée De Brouwer. p. 36

[1] González Ortiz, G. (2018). Hablemos del suicidio. Pautas y reflexiones para abordar este problema en los medios. Pamplona: EUNSA, p. 110

[1] OMS, (2000a), Prevención del suicidio. Un instrumento para médicos generalistas. Departamento de Salud Mental y Toxicomanías. Organización Mundial de la Salud. Ginebra.2000 http://www.who.int/mental_health/media/general_physicians_spanish.pdf

[1] OMS (2001). Prevención del suicidio. Un instrumento para docentes y demás personal institucional. Dpto. de Salud Mental y Toxicomanías, Ginebra, Ref. WHO/MNH/MBD/00.3

[1] OMS (2000b). Prevención del suicidio. Un instrumento para los profesionales de los medios de comunicación. www.who.int/mental_health/media/media_spanish.

[1] OMS (2000b). Prevención del suicidio. Un instrumento para los profesionales de los medios de comunicación. www.who.int/mental_health/media/media_spanish.

[1] OMS (2017). Prevención del suicidio: un recurso para los profesionales de los medios de comunicación. Actualización. http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/49121/OPSNMH180021_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y