ENTRE LUCES Y SOMBRAS. TESTIMONIOS PARA AYUDAR

centro navidad testimonios

 Agradecemos a Olga, Victoria, Pilar y María, que superando el dolor que trae el recuerdo nos han querido dejar unos testimonios de cómo pasaron sus primeras Navidades sin su ser querido y cómo aún las siguen pasando. Con la esperanza de que sus consejos puedan servir de ayuda a todas las personas que están en un proceso de duelo.

  Se puede leer el texto completo en el apartado FAeDS en donde pone testimonios. Aquí solo hemos reproducido una parte del texto.

EN ESTAS FIESTAS ... Y CADA DÍA

En nuestras circunstancias, todos los días son parecidos, siempre nos falta nuestro ser querido, siempre tenemos tristeza y dolor. Nada nos saca de este pozo. 

En las fechas señaladas, como las fiestas navideñas, donde parece que se proclama alegría por todos lados, la gente se reúne y todo el mundo parece que tuviera que sentirse pletóricos de felicidad, notamos si cabe más que la vida nos lo pone muy difícil...
Nosotros, los Supervivientes en duelo por suicidio, no estamos como el resto de la gente, esa silla que permanece vacía nos lo recuerda todos los días del año...

El tiempo que haya pasado desde la desaparición de esa persona se desvaneceno es importante, la echo de menos siempre. Duele igual, independientemente del tiempo transcurrido, es inevitable, con la diferencia que quienes ya llevamos un tiempo en el duelo quizás hemos aprendido a incorporar un sentido recuerdo de nuestros seres queridos, de forma que les sentimos presentes, que nos acompañan, hemos podido ponerles en un sitio de nuestro corazón que nos permite seguir adelante, que no nos invalide, aunque tengamos momentos de decaimiento.

Necesito sentir a mi hija Ariadna cerca, y cada uno deberíamos hacer lo que nos haga sentir un poco aliviados, olvidarnos de los compromisos si no nos apetece estar en esos momentos, intentar rodearnos de personas que comprendan nuestras emociones, que sean empáticas, que nos abracen como únicas palabras..., poner un plato más en la mesa si eso nos ayuda, hablar con cariño de la persona que se fue, nombrarles por su nombre, recordando anécdotas, aunque lleguemos al llanto.., pensar en lo positivo que hemos vivido con ellos, y saber que han dejado de sufrir... 

A mí me gusta encender una vela en su recuerdo, era algo habitual que hacíamos en casa en celebraciones o cuando estábamos viendo alguna película juntos... Me ayuda ese momento.

A pesar del sentimiento de culpabilidad que todos sentimos de pensar que no he sabido ayudarla, pensar precisamente que ya no sufre me proporciona cierta paz. No hay palabras para expresar el dolor que siento cuando pienso en lo mucho que ha sufrido y en silencio. [...]
Tenemos que darnos tiempo, sin presiones, sin prisas, cuidándonos mucho. Nuestros seres queridos así lo querrían. (Olga Ramos, en homenaje a su hija Ariadna).

 

LAS PRIMERAS NAVIDADES

«Las primeras navidades sin mi hijo Luis fueron muy difíciles; y hoy en día siguen siéndolo, la verdad. Se cumplía, además, justo un año de su muerte.  Él se suicidó un 27 de diciembre, en plenas vacaciones navideñas. Ya nunca serán lo mismo; no pueden serlo.

La familia tiró de mí, de nosotros, de mi marido y de mis hijas. Se ocuparon de toda la organización, que modificaron un poco. Esas primeras navidades las pasé como flotando y sólo tengo vagos recuerdos de ellas. No entendía nada… sentía que todo era una pura contradicción. Estaba rodeada de felicidad, alegría, y buen humor y yo sentía absolutamente todo lo contrario. Escondida con mi dolor en mí misma, quería aparentar tranquilidad sobre todo por mis hijas y por mi marido. Me encontraba presente y a la vez también ausente; y al mismo tiempo en alerta, en tensión, vigilando cada gesto, cada mirada de mi familia; también cada movimiento, atenta a sus palabras temiendo detectar en todo ello que su desesperanza y su dolor les podía empujar al suicidio. Fue una noche agotadora. No ayudó nada tampoco, que no habláramos de Luis. Nadie le mencionó, ni pronunció su nombre. Las personas que nos quieren y están a nuestro alrededor no saben cómo actuar y por temor a hacernos daño prefieren guardar silencio. Ese silencio que todo lo cubre, también a nosotros. Pero aunque nos cueste, y duela, somos nosotros, los supervivientes, quienes tenemos que romper ese silencio aterrador, convertirlo casi en un grito, y decirles cómo nos pueden ayudar; porque ellos también quieren y necesitan hacer algo por nosotros. A veces sólo necesitamos que nos abracen o nos cojan de la mano o sentarse al lado nuestro a mirar la nada.

Yo necesito sentir que Luis está siempre presente; en nuestra vida cotidiana por supuesto, y en estas celebraciones aún más. La idea de que se olviden de él, que no le mencionen, ni le mantengan presente en nuestra vida, es un dolor añadido muy duro de soportar.

En estas ocasiones, pero también a diario, me consuela encender una vela por él, y que hagamos un brindis en su nombre, aunque sea con mucha emoción y con los ojos llenos de lágrimas. Compartir esos pequeños momentos especiales, con personas queridas, amortigua el dolor». (Victoria, en homenaje a su hijo Luis)

 

SEMBRANDO ESPERANZA

«Estas fiestas Navideñas tan ESPEciales, tan entrañables, tan mágicas, serán ESPEcialmente duras y tristes para aquellos que han sufrido recientemente la pérdida de algún ser querido por SUICIDIO.

Para mi familia, estas serán nuestras terceras navidades sin mi queridísima hija ESPERANZA, por eso hoy quiero seguir sembrando sus semillas,  SEMILLAS de ESPERANZA, con intención de mitigar el dolor de las familias que están día a día sufriendo esta lacra.

Porque al dolor de la pérdida, la ausencia y el vacío que dejan, el pesar por todo lo que quedó por hacer, por decir, hay que añadir la carga de la culpa de  no haber podido mitigar su dolor, ni evitar su partida, pero todo pasa por algún motivo, aunque no logremos entender en este mundo todos los porqués, debemos aceptar y continuar.

Es un duelo muy duro, pero se puede afrontar, no hay que quedarse en la tristeza, porque nuestros seres queridos, aunque no estén físicamente, su esencia, su alma y su legado están aquí y son eternos e infinitos.  

He aprendido a NO JUZGAR, a PERDONAR, a AGRADECER, y a VALORAR todas las cosas sencillas y maravillosas que me rodean, los pequeños detalles, la magia de la naturaleza, de un abrazo sincero o una mirada en silencio y quiero vivir con alegría intensamente como ella querría que lo hiciera. (Pilar Ciudad, en homenaje a su hija Esperanza).

 

UNAS NAVIDADES QUE SE HACEN DURAS

Soy incapaz de sintetizar o llegar a algo. Me voy por las ramas y no sé si hablo de ahora o de hace un año o de hace 5. La verdad que ese año estuve como anestesiada, vivía en vilo por mis padres y simplemente adopté un papel secundario para no molestar lo más mínimo a nadie. Vivía en silencio mi incredulidad e intentaba tirar para adelante todos los días. Pretendía aparentar normalidad como pudiera y sostener lo poquito que quedaba de nosotros. A mi hermano no le mencionamos a penas y doy gracias por toda esa gente que fue valiente y me dio un abrazo de más o un ¿qué tal estas? más sentido. Para el resto de familia y amigos supongo que sería duro por no saber cómo lidiar con nosotros, ni saber que decir, ni nada. Como niña de 20 años habría agradecido no haber tenido que hacerme la fuerte y que algún "adulto" hubiese sido algo más atento o considerado. […]

Es importante estar rodeado de gente que te quiere y no cumplir con compromisos que no queremos. Pedir ayuda si es necesario, y abrirte con quien tengas más confianza para no pasar este mal trago en silencio. No hay necesidad, aunque a veces el silencio sea un buen aliado. El suicidio tiene ese efecto enmudecedor, en nosotros los supervivientes y en el resto de las personas. Ese lastre que nos impide sufrir libremente y en compañía de los demás, que impide a los que nos rodean saber cómo darnos cobijo». (María, en homenaje a su hermano Luis]