TESTIMONIOS PARA AYUDAR. ESCRITO POR OLGA RAMOS. EN ESTAS FIESTAS ... Y CADA DÍA.

 

El tiempo que haya pasado desde la desaparición de esa persona se desvanece, no es importante, la echo de menos siempre. Duele igual, independientemente del tiempo transcurrido, es inevitable, con la diferencia que quienes ya llevamos un tiempo en el duelo quizás hemos aprendido a incorporar un sentido recuerdo de nuestros seres queridos, de forma que les sentimos presentes, que nos acompañan, hemos podido ponerles en un sitio de nuestro corazón que nos permite seguir adelante, que no nos invalide, aunque tengamos momentos de decaimiento.

Necesito sentir a mi hija Ariadna cerca, y cada uno deberíamos hacer lo que nos haga sentir un poco aliviados, olvidarnos de los compromisos si no nos apetece estar en esos momentos, intentar rodearnos de personas que comprendan nuestras emociones, que sean empáticas, que nos abracen como únicas palabras..., poner un plato más en la mesa si eso nos ayuda, hablar con cariño de la persona que se fue, nombrarles por su nombre, recordando anécdotas, aunque lleguemos al llanto.., pensar en lo positivo que hemos vivido con ellos, y saber que han dejado de sufrir. 

A mí me gusta encender una vela en su recuerdo, era algo habitual que hacíamos en casa en celebraciones o cuando estábamos viendo alguna película juntos... Me ayuda ese momento...

A pesar del sentimiento de culpabilidad que todos sentimos de pensar que no he sabido ayudarla, pensar precisamente que ya no sufre me proporciona cierta paz. No hay palabras para expresar el dolor que siento cuando pienso en lo mucho que ha sufrido y en silencio.

En los primeros días y meses era inimaginable pensar que podría seguir haciendo cosas, seguir con algunas rutinas hasta las más básicas, en definitiva seguir viviendo y caminando. Después de una pérdida por suicidio, en mi caso de mi hija Ariadna, lo difícil era mantenerse cuerda. Todo el mundo y orden conocido hasta entonces estaba hecho añicos.

Cierto que no somos las mismas personas, no estamos igual que si no hubiera ocurrido nada...Nada es igual desde ese momento. El duelo por suicidio es muy duro, a base de mucho esfuerzo, mucho desgaste, mucho trabajo interior gracias a terapia y apoyo profesional, que diría que es imprescindible. 

Pero a partir de ese momento, tenemos que dar los pasos necesarios para nuestra recuperación. Los pocos pasos que seamos capaces de dar, por pequeños que sean, serán un triunfo para nuestra mejoría, cada uno tenemos nuestros tiempos y necesitamos que los demás lo entiendan y respeten.

Tenemos que darnos tiempo, sin presiones, sin prisas, cuidándonos mucho. Nuestros seres queridos así lo querrían.